Qué caracteriza a un vino joven

Se considera comúnmente vino joven a los vinos que se embotellan justo después de la fermentación alcohólica. Es decir, los vinos jóvenes no se envejecen, o se envejecen brevemente, en barrica de roble y salen al mercado en el mismo año de su cosecha.

A los vinos jóvenes también se les conoce como vinos cosecheros y se caracterizan por mantener sus propiedades durante unos dos años como máximo. En algunos casos, por ejemplo de vino blanco joven, se recomienda consumirlo entre los tres y cinco primeros años desde su cosecha porque alcanzan sus mejores cualidades pronto y no mejoran al envejecer.

En el caso de la elaboración del vino tinto joven se suele utilizar la técnica de maceración carbónica. Este sistema de generación del tinto joven utiliza racimos enteros sin estrujar sometidos a altas temperaturas lo que provoca una fermentación sin levaduras durante los primeros días del proceso.

Los vinos tintos jóvenes suelen tener un color rojo intenso y aroma a fruta. Los tintos jóvenes presentan una graduación alcohólica de entorno a 12° y mantienen sus propiedades durante unos dos o tres años.

En el caso de la elaboración del vino blanco joven la uva se vinifica de forma diferente. Antes de iniciarse la fermentación se prensa la uva para extraer el mosto, cuanto más se estruja la uva, peor calidad tiene el mosto. Los propios azúcares y levaduras que tiene el mosto se encargan de la fermentación. El vino joven blanco completa todo este proceso durante el mismo año de su vendimiado.

Un blanco joven está listo para su consumo inmediato al año siguiente de su cosecha, pero en algunos casos, varios meses en botella en óptimas condiciones de conservación son perfectos para disfrutar del vino blanco joven en su pleno esplendor.

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